martes, 15 de septiembre de 2009

el robo de la dictadura


el golpe de estadio

Cuando la dictadura truncó el sueño de la casa propia de la “U”

La actual directiva azul volvió a bajarle el pulgar a la idea de construir un coliseo, despertando los recuerdos de las muchas veces en que las ideas han quedado en nada. La que estuvo más cerca de ver la luz habla de un grupo de socios y un proyecto inmobiliario, social y deportivo impulsado por Salvador Allende, ilusión que se cortó de golpe y porrazo en septiembre de 1973.


El fantasma del estadio propio siempre se las arregla para aparecer de vez en cuando en la historia de Universidad de Chile.

En el verano fue el presidente de Coquimbo Unido, Miguel Bauzá, quien señaló que era una vergüenza que un cuadro con la convocatoria que tiene la "U" debiera ir por el país como "gitanos" buscando un recinto donde hacer de local.

Hace pocos días fue el mismo presidente azul, Federico Valdés, quien volvió a bajarle el pulgar a la idea, aduciendo que sería una "irresponsabilidad" levantar un coliseo para los universitarios. "Nos llevaría a la quiebra", argumentó, instalando el tema nuevamente en el tapete.

Incluso, el empresario José Yuraszeck, accionista de Azul Azul, se atrevió a comparar la situación con Colo Colo, usando como argumento aquella leyenda de la ayuda de Augusto Pinochet para la construcción del Monumental.

Y es que, en el caso de los universitarios, la historia y el mito hablan de numerosos planes que nunca llegaron a puerto: Quinta Normal y Recoleta, a mediados del siglo pasado, o, más recientemente, el mecano que se oxidó en Iquique a mediados de los ochenta, los terrenos de El Sauzal y la Ciudad Azul, la quijotesca aventura de René Orozco en El Noviciado.

Sin embargo, el proyecto que estuvo más cerca de ver la luz habla de un grupo de socios y un proyecto inmobiliario, social y deportivo impulsado por el Gobierno de Salvador Allende. Una ilusión que se cortó de golpe y porrazo en septiembre de 1973 con el golpe militar.

OTROS TIEMPOS

El calendario marcaba los inicios de 1971 y la "U" venía de su década más fructífera: aquella del Ballet Azul y sus cinco brillantes títulos (1962, 1964, 1965, 1967 y 1969).

Fue entonces cuando el entonces presidente del club, Emilio Torrealba, aunó esfuerzos con los representantes del Ministerio del Interior, José Tohá y Daniel Vergara, y el director de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu), el arquitecto Miguel Lawner, para construir la ansiada casa propia.

Los universitarios canjearon unos terrenos que poseían en el sector de La Castrina, en la comuna de La Granja (cerca de donde hoy se emplaza el MIM), por seis hectáreas en el área del actual Parque Araucano, en el marco de la construcción del proyecto inmobiliario y social Villa San Luis de Las Condes.

El plan no sólo incluía un estadio para el club con capacidad para 15 mil espectadores. Contemplaba, además, la construcción de viviendas sociales para 50 mil personas, centros cívicos y comerciales.

Lawner aún se emociona cuando le mencionan la Villa San Luis, que se emplazaría en los terrenos delimitados por Avenida Kennedy, Los Militares, Américo Vespucio y Nuestra Señora del Rosario, es decir, el inmenso y carísimo paño donde hoy se levantan el Mall Parque Arauco y el complejo de oficinas Nueva Las Condes, donde el frío vidrio y el acero reinan sin contrapeso.

"Era una idea bellísima", resume Lawner, quien recuerda que el organismo que dirigía se comprometió a elaborar el proyecto completo de arquitectura para el estadio, al tiempo que la "U" aceptaba servir gratuitamente como escuela deportiva a las familias asignadas a los terrenos adyacentes.

"Este convenio sólo fue posible porque en la ‘U’ estaba un personaje irrepetible como Torrealba, quien no era un empresario, pero sí un ingeniero muy calificado y que tenía un amor enorme por la ‘U’, igual que todos nosotros", dice.

Lawner añade que con el trueque de terrenos todos ganaban, pues al Gobierno de la UP le servía para paliar la falta de viviendas sociales en La Granja.

Recuerda también que Torrealba guardaba celosamente 50 mil dólares, producto de la venta del zaguero Alberto Quintano al Cruz Azul mexicano, los que iban a ser destinados a la construcción del estadio.

"Todo fue posible dentro de un marco donde todos sentíamos a la ‘U’ como una familia, donde los profesionales egresados de la universidad compartíamos un gran amor por el club deportivo", asegura, recordando con nostalgia al "Flaco" Tohá y sus particulares festejos de los goles azules.

Para evitar la imagen de una mole de hormigón, el Departamento Técnico de la Cormu liderado entonces por Humberto Canobra, ex puntero de los azules concibió un coliseo semienterrado, con gran parte de las graderías bajo el nivel del suelo y las restantes sobre un talud artificial, en forma de una suave loma verde, conformada con el material extraído de las excavaciones.

LA CAÍDA DEL SUEÑO

Con la llegada al poder de Pinochet y la Junta Militar, sin embargo, todo se vino abajo. Lawner recuerda incluso que Tohá iba a ser el encargado de manejar la retroexcavadora cuando se iniciaran las obras, acto programado, paradójicamente, para septiembre de 1973.

El ex director de Cormu no oculta su pesar por todo lo que vino después, tanto a nivel de la "U" como en el país. De la idea original no quedó nada.

Casi la totalidad de las familias ya instaladas en la Villa San Luis fueron violentamente desalojadas, mientras las ideas del estadio, las viviendas sociales y los centros cívicos y comerciales fueron borradas de un plumazo por el casco y el fusil.

"Tanto el ‘Flaco’ Tohá como Daniel Vergara y yo terminamos en la isla Dawson, mientras en la ‘U’ asumían personajes como Ambrosio Rodríguez y Rolando Molina. Lo del estadio es una pena, porque el proyecto quedó listo, detallado y completo. De los 50 mil dólares que guardaba Torrealba tampoco se supo más nada", rememora.

La idea, admite, se dio en un escenario totalmente distinto al de hoy. "Ahora nada se mide ni con el corazón ni con los afectos, todo se valora con ojos comerciales. Si bien los futbolistas eran profesionales, todo era muy amateur, una antípoda de lo que pasa en la actualidad con gente como Sebastián Piñera y Yuraszeck", concluye el arquitecto, que estuvo tan cerca de concretar un sueño que, 36 años después, sigue siendo una quimera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario